El análisis de la respuesta de construcciones sometidas a
las acciones de impactos en
general y de sismos en particular requiere una evaluación de
su comportamiento dinámico. La cuestión es por demás compleja en los casos
reales. Por un lado se tiene la realidad de la construcción misma, que pocas
veces admite la representación con modelos teóricos
suficientemente sencillos como para que el análisis sea posible
con los medios disponibles.
Por el otro se tiene la complejidad de la excitación que en
el caso de impactos o de sismos es de características caóticas, tanto en lo que
se refiere a la evolución de la acción en el tiempo como en lo que se refiere a
la intensidad máxima que la misma puede tener y que tampoco admite
esquematizaciones teóricas sencillas.
El advenimiento de las computadoras de escritorio (las PC
cada vez más poderosas) al mundo del trabajo profesional diario sumado al
desarrollo de programas con posibilidades de modelación cada vez más avanzadas,
que llegan al asombro, parecería que permite eliminar las dificultades antes
mencionadas. Sin embargo no es así. Las computadoras y los programas sólo
descargan al usuario de la tarea del trabajo rutinario de cálculo, pero dejan
intacta la tarea de representar la construcción y las acciones con un modelo
teórico confiable y la tarea aún más exigente de interpretar los resultados del
análisis que eventualmente puede llevar pocos segundos a la máquina. La masa de
resultados suele ser imponente y al profesional desprevenido puede resultarle
muy difícil manejarla adecuadamente. No falta el caso de aquel que cree de
buena fe que “debe estar bien porque es el resultado de la computadora y del
programa”...
Los propios autores de los programas comerciales, que son
expertos en programación pero
muchas veces no conocen la práctica de la disciplina a la
que se aplicarán sus programas,
tienen fe ciega en ellos y pocas veces proporcionan a los
usuarios la información sobre los
alcances y limitaciones de los algoritmo en lo que se
refiere a la representación del fenómeno físico real.
En rigor esto no es parte de la especialidad del
programador, pero tampoco es fácil que el usuario novel lo adquiera por sus
propios medios, salvo que tenga una cierta experiencia como programador, lo que
no es frecuente. Se crea así un vacío que debe ser llenado si los programas y
las computadoras van a ser utilizados responsablemente.
En el campo del estudio dinámico hoy es moneda corriente la
utilización de programas para el análisis dinámico modal de las estructuras
pero no es tan frecuente que se conozcan los
alcances y las limitaciones que pueden esperarse de ese tipo
de análisis en primer término.
Tampoco es frecuente que se conozcan los alcances y las
limitaciones de los programas
disponibles en relación con la validez física de los
procedimientos propuestos, más allá de que los mismos transcriban un
procedimiento de reglamento. Precisamente en el campo del
análisis sísmico es indispensable una aplicación razonada,
conceptual del reglamento y no
solo el seguimiento de la letra.