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  • 11 jul 2013

    El análisis de la respuesta de construcciones sometidas a las acciones de impactos en
    general y de sismos en particular requiere una evaluación de su comportamiento dinámico. La cuestión es por demás compleja en los casos reales. Por un lado se tiene la realidad de la construcción misma, que pocas veces admite la representación con modelos teóricos
    suficientemente sencillos como para que el análisis sea posible con los medios disponibles.
    Por el otro se tiene la complejidad de la excitación que en el caso de impactos o de sismos es de características caóticas, tanto en lo que se refiere a la evolución de la acción en el tiempo como en lo que se refiere a la intensidad máxima que la misma puede tener y que tampoco admite esquematizaciones teóricas sencillas.
    El advenimiento de las computadoras de escritorio (las PC cada vez más poderosas) al mundo del trabajo profesional diario sumado al desarrollo de programas con posibilidades de modelación cada vez más avanzadas, que llegan al asombro, parecería que permite eliminar las dificultades antes mencionadas. Sin embargo no es así. Las computadoras y los programas sólo descargan al usuario de la tarea del trabajo rutinario de cálculo, pero dejan intacta la tarea de representar la construcción y las acciones con un modelo teórico confiable y la tarea aún más exigente de interpretar los resultados del análisis que eventualmente puede llevar pocos segundos a la máquina. La masa de resultados suele ser imponente y al profesional desprevenido puede resultarle muy difícil manejarla adecuadamente. No falta el caso de aquel que cree de buena fe que “debe estar bien porque es el resultado de la computadora y del programa”...
    Los propios autores de los programas comerciales, que son expertos en programación pero
    muchas veces no conocen la práctica de la disciplina a la que se aplicarán sus programas,
    tienen fe ciega en ellos y pocas veces proporcionan a los usuarios la información sobre los
    alcances y limitaciones de los algoritmo en lo que se

    refiere a la representación del fenómeno físico real.

    En rigor esto no es parte de la especialidad del programador, pero tampoco es fácil que el usuario novel lo adquiera por sus propios medios, salvo que tenga una cierta experiencia como programador, lo que no es frecuente. Se crea así un vacío que debe ser llenado si los programas y las computadoras van a ser utilizados responsablemente.
    En el campo del estudio dinámico hoy es moneda corriente la utilización de programas para el análisis dinámico modal de las estructuras pero no es tan frecuente que se conozcan los
    alcances y las limitaciones que pueden esperarse de ese tipo de análisis en primer término.
    Tampoco es frecuente que se conozcan los alcances y las limitaciones de los programas
    disponibles en relación con la validez física de los procedimientos propuestos, más allá de que los mismos transcriban un procedimiento de reglamento. Precisamente en el campo del
    análisis sísmico es indispensable una aplicación razonada, conceptual del reglamento y no
    solo el seguimiento de la letra.






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